Y he aquí que viene en bote hacia nosotros
un viejo cano de cabello antiguo,
gritando: «¡Ay de vosotras, almas pravas!
No esperéis nunca contemplar el cielo;
vengo a llevaros hasta la otra orilla,
a la eterna tiniebla, al hielo, al fuego.
Mas las almas desnudas y contritas,
cambiaron el color y rechinaban,
cuando escucharon las palabras crudas.
Blasfemaban de Dios y de sus padres,
del hombre, el sitio, el tiempo y la simiente
que los sembrara, y de su nacimiento.
Luego se recogieron todas juntas,
llorando fuerte en la orilla malvada
que aguarda a todos los que a Dios no temen.
Carón, demonio, con ojos de fuego,
llamándolos a todos recogía;
da con el remo si alguno se atrasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario