lunes, 31 de marzo de 2008

Canto I de la Divina Comedia de Dante por William Blake





Y vi, casi al principio de la cuesta

una onza ligera y muy veloz,

que de una piel con pintas se cubría;


y de delante no se me apartaba,

mas de tal modo me cortaba el paso,

que muchas veces quise dar la vuelta


Entonces comenzaba un nuevo día,

y el sol se alzaba al par que las estrellas

que junto a él el gran amor divino


sus bellezas movió por vez primera;

así es que no auguraba nada malo

de aquella fiera de la piel manchada


la hora del día y la dulce estación;

mas no tal que terror no produjese

la imagen de un león que luego vi.


Me pareció que contra mí venía,

con la cabeza erguida y hambre fiera,

y hasta temerle parecía el aire.


Y una loba que todo el apetito
parecía cargar en su flaqueza,
que ha hecho vivir a muchos en desgracia

Tantos pesares ésta me produjo,
con el pavor que verla me causaba
que perdí la esperanza de la cumbre.

Y como aquel que alegre se hace rico

y llega luego un tiempo en que se arruina,

y en todo pensamiento sufre y llora:


tal la bestia me hacía sin dar tregua,

pues, viniendo hacia mí muy lentamente,

me empujaba hacia allí donde el sol calla.

1 comentario:

Mª Jesús Lamora dijo...

Buscando las oscuridades de Dante, he llegado hasta aquí. Ya ves, desde el otro lado de las aguas.
Enhorabuena por tu blog. Me parece bellísimo, lleno de plasticidad.